En estos días de tanta confusión, lo mas fácil es criticar y buscar chivos expiatorios. Le oí decir a Maurice Armitage lo difícil que fue ser alcalde de Cali, el poco apoyo que tuvo del empresariado que lo eligió. Sus amigos también esperaban contratos y se lo fue comiendo la burocracia. No pudo parar la corrupción ni la cueva de Alí babá y los cuarenta ladrones. No le tocó la pandemia, ni los bloqueos, pero lo vimos llorar varias veces ante la impotencia de ayudar a los más pobres, a aquellos que la fundación Sidoc había apoyado por muchos años.

En los primeros días del paro vimos a Jorge Iván Ospina, nuestro alcalde, llegando a los sitios de resistencia tratando de conciliar con la primera línea, sin lograr mucho, pues eran otros los que mandaban. Recuerdo una entrevista en un programa extranjero que le preguntaron qué estaba haciendo y él contó con tristeza su primera reunión de conciliación con presencia del Gobierno Nacional en la que alguien empezó a gritar “están echando bala en Siloé”, una mentira de marca mayor, que causó la inmediata reacción, “asesino” le gritaban y lo sacaron a piedra. “Yo me miré en el espejo y me pregunté, ¿he matado alguna vez a alguien? ¿He ordenado que maten a alguien?”. Esa fue la respuesta de Jorge Iván.

En la semana del 26 de mayo logró que voluntariamente quitaran los bloqueos de la Portada al Mar, el Ancla, Ciudad Jardín, el Centro de Cali y otros más pero cometió el gravísimo error, ese funesto 28 de mayo, de retirar a la Fuerza Pública, otra vez le faltó malicia indígena. Ante la debacle pidieron con la gobernadora el apoyo del Gobierno. El Presidente vino a Cali y militarizó la ciudad mientras que él continuaba con la ayuda de la Iglesia tratando de hacer puentes para pacificar a Cali con amor, visitando los sitios de resistencia y viendo qué se lograba.
Dictó un decreto que fue parte de la negociación, ¿cómo ayudar a esa mitad de la población que está por debajo del nivel de pobreza? Pero ¡hay Dios mío!, le cayó el mundo encima, ¿cómo así que Jorge Iván no iba a encarcelar a los manifestantes, vándalos, castro-chavistas y les ofrecía la otra mejilla? Hay que revocarle el mandato fueron los gritos de un sector de la población.

No son todos los que piden la guerra. ProPacífico convocó al empresariado y ha nacido un movimiento: ‘Compromiso Valle’ que entendió el significado de la resistencia y cómo se debe cerrar la brecha. Será en colaboración con el gobierno departamental y local, con el padre José Leudo que representa la Arquidiócesis, con las fundaciones y los voluntarios de la sociedad civil. Los más pudientes, quizá adoptando comunidades que se conformen en conjuntos residenciales y ejerciendo madrinazgos, seguridad alimentaria, capacitación, educación y trabajo.
Los profesionales con el banco del tiempo ayudando gratuitamente y como dijeron los empresarios generando confianza no con el garrote sino con la zanahoria.

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