Colombia se olvida de la pandemia y se debate entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, aunque yo preferiría decir entre Marelen Castillo y Francia Márquez, pues con los obstáculos de los candidatos y si le creyéramos al ruido de las redes sociales ninguno se podría posesionar, lo que le daría la oportunidad a Colombia de tener una presidenta mujer. Entiendo que no se va a exigir tapabocas, lo importante es votar.
El mundo por otro lado se lanza al ruedo del Covid-19, sin los tapabocas, se abrazan, se besan, no se lavan las manos y se contaminan del coronavirus, pero están vacunados hasta con la cuarto dosis la enfermedad no dura mucho.
En un crucero en el bello Danubio con 80 franceses pensionados el coro de toses competía con la música de Schubert y Mozart, pero todos se montaban en los buses sin tapabocas, visitaban sitios de interés desde la frontera con Ucrania en la milla 35, pasando por Bucarest, Ruse en Bulgaria, las Puertas de Hierro, en Serbia, Belgrado y Novi Sad en la antigua Yugoeslavia, Budapest en Hungría, Bratislava en Eslovaquia y finalmente la hermosa Viena.
Aunque se parecía a ‘El amor en los tiempos del Colera’, las ciudades daban bienvenida a turistas envirulados, sin exigir tapabocas, certificados de vacuna, ni pruebas anticovid. Los espectáculos a puerta cerrada, compartiendo con habitantes de la región, también sin restricciones, parecería que los dolaritos del verano eran más importantes que la salud. Hay muchos europeos que por razones políticas o ideológicas no se han vacunado, Dios los proteja.
Aunque el barco de nombre Vivaldi, recorría sitios supuestamente afectados por la guerra de Rusia y Ucrania, esta no se mencionaba. En las ciudades no se veían refugiados ucranianos no como en Colombia donde es imposible evitar la presencia de los venezolanos indigentes.
La marcha del día del Orgullo Lgtbq congregó en Viena a 250.000 personas en las calles de la ciudad. Un sin número de vehículos, carrozas, buses alusivamente decorados, ofrecían espectáculos teatrales y con música de muchos decibeles, que se escuchaba por la ciudad acostumbrada a los conciertos de Mozart, Brahms y Schubert, pero era su derecho. No había fuerza pública, los carros de la basura recogían los residuos para que quienes regresaban a casa caminaran por la bella Viena sin queja alguna.
Ya en Londres serviré de testigo electoral para ejercer mi derecho constitucional al voto y así hacer patria pues somos colombianos estés donde estés.